La creación del año santo en
Santiago se remonta al siglo XV. Se cree que el primero de la historia pudo ser
el jubileo de 1428, o quizá el de 1434, ambos convocados por el arzobispo don
Lope de Mendoza.
No obstante, antes de la
oficialización del año santo compostelano, durante la Edad Media los peregrinos
podían obtener numerosas indulgencias en Santiago, otorgadas por la Iglesia
compostelana en representación del apóstol, abogado de sus peregrinos ante el
Supremo Juez. Las indulgencias son beneficios espirituales para el propio
peregrino, o para una persona enferma o difunta a quien representa.
Ganar el Jubileo es obtener la
indulgencia plenaria o perdón de los pecados que concede la Iglesia. Durante
todo el Año Santo los peregrinos que lo deseen pueden obtener la indulgencia
plenaria (perdón de los pecados) cualquier día. Ganar la indulgencia plenaria
es lo que se conoce como ganar el Jubileo. Para ello, los peregrinos deberán
cumplir una serie de preceptos que indica la Iglesia, como visitar la Tumba del
Apostol en la Catedral de Santiago, orar
por las intenciones del Santo Padre y recibir los sacramentos de la penitencia
(confesión) y la comunión. También se recomienda, para recibir esta completa
absolución divina, asistir a la santa misa.
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